domingo, 7 de octubre de 2012

Historia de una amistad.

¡Qué pequeñas son mis manos en relación con todo lo que la vida ha querido darme!
Muchas veces he sentido dentro de mí un vacío extraño al alejarme de mis amigos cuando me voy de vacaciones a la playa, o a visitar ciudades, o incluso en las fiestas de mis pueblos, siempre que salgo de mi ciudad sin ellos siento que dejo en ella un trocito de mí, un trocito muy importante de mi vida y cuando vuelvo a ella... bueno, en mi ciudad también siento que en algún lugar dejé un trocito de ese trocito de mi vida...
Hace ya un par de años que siento esto, hace ya un tiempo que no disfruto de esa amistad en persona, que es una sola pero que es como si fueran todas ellas. Esa amistad que es tal vez una de las más importantes de mi vida, que se intensifica cuando voy a pasar un finde a Madrid con mis tíos, por ejemplo, esa amistad con la que siempre cuento para lo bueno y para lo malo, porque sé que estará ahí, muy lejos, pero a mi lado...
También es verdad que fue extraña la forma en que nos conocimos, y sobre todo en los primeros años nuestra relación no era muy intensa, por decirlo de alguna forma.
Nos conocimos gracias a mi prima, eras su mejor amiga y un año te invitó a pasar las fiestas de San Juan con nosotros en Soria, te encantó, y al año siguiente volviste, y los posteriores también hasta que nos fuimos conociendo y viéndonos crecer año tras año, sin acordarnos realmente el uno del otro el resto del tiempo. No fue hasta el último año, si no me equivoco, cuando empezamos a hablar más fuera de las fiestas y sentamos las bases de lo que más tarde sería nuestra amistad.
La verdad, parece que fue ayer cuando estábamos sentados en el sofá de casa de mi abuela el último año que estuviste en San Juan, haciendo cosquillas a mi primito mientras decidíamos si salir o no salir esa tarde; siempre que lo recuerdo acabo sonriendo.
A partir de ese verano dejaste de venir a San Juan por motivos de calendario, lo cual me entristeció bastante, ya era poco verte una semana al año, y si esa semana no venías a Soria, no te veía más en todo el año...
Después de año y medio sin verte, mis padres decidieron pasar las navidades en Madrid con mis tíos, ocasión que aproveché para quedar tú, yo, mi prima y mi hermana y vernos por fin. Te echaba mucho de menos, aquellas horas me alegraron muchísimo el principio del año. Me sentía tan bien que te escribí una estrofa un tanto cutre, lo reconozco, que dice así:

Por desgracia solo hay una vez en el año

en la que puedo estar contigo y no te extraño

y fuera de ese tiempo el tïempo araño
para estar otra vez con tu mirar castaño.

Desde aquel día no te he vuelto a ver, pero siempre estamos en contacto, sé que siempre que necesite ayuda vas a estar ahí para prestarme tu tiempo, escucharme y darme consejo, y sabes que siempre que lo necesites tendrás aquí, en Soria, un amigo incondicional que te va a escuchar, que va a sacarte una sonrisa cuando las cosas no vayan del todo bien, a llorar cuando haya que llorar, y sobre todo a sonreir cuando haya que sonreir. Porque eres una de esas personas por las que merece la pena luchar, porque me has dado mucho desde que te conocí. Por eso y por mucho más, me siento orgulloso de formar parte de un trocito de ti.
Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario