lunes, 24 de febrero de 2014

Preso.

Todo estaba oscuro en aquella habitación. Caminé dos pasos hacia el muro, pero nada, estaba encerrado, preso en aquella cárcel sin luz. Si apenas se dejara ver un poco el exterior... En aquel instante sentí un pálpito y me giré de repente. La misma pared de siempre. Me acerqué. ¡Qué desilusión!, creí haber hallado algo sin tan siquiera mirar. Iluso.
Entonces me acerqué más a la piedra fría que acababa de decepcionarme. Observé con cuidado. No me atrevía a tocarla, por si acaso, suponía que era fría pero realmente no lo sabía. Y mientras observaba minuciosamente resbalé y la toqué. Una sensacion extraña me invadió cuando sentí el calor de la piedra en mi mano. Un calor cercano y protector. Era como si ocultara calor al otro lado. Y lo deseaba. Deseaba ese calor, y aquellos muros no me permitían llegar a él... Entonces pensé. Busqué, palmo a palmo una pequeña grieta, algo donde aferrarme a mi libertad. Y al fin lo encontré. Escondida en una esquina, una pequeña fisura. Poco a poco, fui agrandandola, años despues la griera se había convertido en un pequeño agujero, cada vez más grande. Hasta que llegué al final. En ese momento toda la estructura cúbica explotó hacia fuera sin apenas notarlo. Fue un segundo. Sólo un segundo pude disfrutar mi libertad. Un segundo en el que maldije mi afán por ser libre. Después, ardí en el sol, y me hice cenizas.

martes, 11 de febrero de 2014

Con sentimiento.

A veces no puedo evitar cerrar los ojos y pensar por qué el mundo se fascina con la insignificancia de cosas grandes y masivas, en vez de con la grandeza de las cosas más insignificantes y sutiles. A veces veo en las noticias grandes monumentos, que pretenden ser el reflejo del poder, la prosperidad o la leyenda, la memoria de alguien grandioso. Qué más da cuan grande sea un monumento, para mí es más importante su belleza.
Las piramides de Egipto, son gigantes, pero qué son, piramides geometricas. Por sí solo su exterior es basura. Su interior sí es bello, sus grabados, las tumbas, los pequeños detalles que se entregan al mirar de los curiosos que contemplan la belleza de lo oculto. Pues así pasa con todo. Qué más da que sea el monumento más grande del mundo, si no se hace con sentimiento, qué más da que sea la canción más popular, si detras de ella solo hay dinero. No.
Reivindico las cosas hechas con sentimiento, las cosas de verdad, un verso sincero en una canción de amor, lenta, simple, pero que sale del corazón.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Escapo del monstruo más grande.

Escapo, como cada día, de los susurros que me dicen que he muerto, de las voces que gritan que el final pasó, y que no queda nada de antes. Pienso, a veces demasiado en las cosas sin sentido que imperan en el mundo cruel que nos sumerge. Las modas, tendencias, lo que hacen las ovejas, discotecas, alcohol para perder el sueño, energía extra, que enlatada llega a nosotros.
No me fío. No me fío nada de este mundo cruel que a cada paso me engaña, no me fío de la legalidad vigente, de la realidad aparente, no me fío ni de mi propia sombra. Veo accidentes, veo muerte, y los demás solo ven casualidad. Pero yo lo veo claro, es el engaño el que mata, sustancias, hábitos los que causan enfermedad, fumar, drogas, todo parece normal, todo es sano en su medida, pero ¿cual es esa medida? Quién la sabe... Apenas dos caladas y tu adicción es tal que te cuesta demasiado dejarlo, hasta que se vuelve imposible. Así pasa con todo, primero le temes, luego te das cuenta de que no es para tanto, y finalmente acaba siéndolo. Pero entonces ya es tarde, ya no hay marcha atrás. Jugaste con tu cuerpo y lo rompiste, tu cerebro ya no sabe qué pensar, tu corazón ya pierde hasta el compás, embriagado en tanta perturbación, tu cuerpo entero pierde poco a poco facultades hasta convertirse en basura, desecho de la sociedad que lo ha tragado, inservible, como queda todo lo que engulle el mundo moderno.