lunes, 17 de noviembre de 2014

Ambiguo pasado.

Me siento bien. No tengo la necesidad de escribir. Hoy no, desde hace unos días. No me siento triste, ni melancólico, ni nada que me haga escribir como suelo. De repente todo ha desaparecido y estoy... bien. Sí, podríamos decir que estoy bien. Y me está costando bastante seguir escribiendo, pero quiero hacerlo, porque me gusta, no tengo nada mejor que hacer aquí sentado. Así que es lo que estoy haciendo. Escribir chorradas. Como si fuera algo importante. Como si a alguien le importara lo más mínimo lo que estoy escribiendo. Así que, voy a desambiguar los estrúpulos del pasado, que hace símpoles que sendo tracando en las amarras del alba, esperando a un cento que despurrie las estruendas líricas del sindosio. Es extrúñico, pero cierto, la altrafalga del sútrico desprecar, susurra el espigo del amadaco, sintándolo de azúcana raplaca, y creyendo en él un túmulo despirrar, como si de estídoques retrúspidos se tratase. Es hermoso, la estroca del amor que se alza entre antacas de la noche, silvando al medionúlico en mitad de la brecha. Me retuerce el músulo una espícica cualisinda llena de varñil, así que no tuve más valtrice que estrampalar los argos de la noche entre la milla. Por fin me siento tranquilo, después de todo, he comprendido que las mejores palabras no son las que estacan un sentimiento, sino una emoción, rodándola por miles de rasucas cuadrípidas.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Recuerdo.

Quizá, uno de mis primeros recuerdos sea, si no es el primero, con él. Recuerdo siquiera su voz. Estaba ahí, sentado en el sofá, justo frente a donde me encuentro escribiendo. Recuerdo que estaba sobre sus piernas, apenas con tres, cuatro años, mirándole sin más, y él hablaba. No recuerdo de qué, ni con quién, sólo sé que quedó en mi memoria aquel momento para siempre. Recuerdo su mirada dulce y alegre. Sus palabras calmadas y tranquilas. Es el único recuerdo que tengo con él, con mi abuelo. Y quizá el recuerdo más hermoso que guardaré nunca en mi memoria.

viernes, 16 de mayo de 2014

Ruido.

Ruido. Ruido por todas partes, ruido sordo, ruido frío. Allá por donde escuche oigo ruido. El ruido de un mundo que se retuerce, que se mueve, que grita, que ríe. Ruido. Al final todo es ruido. A veces me pregunto cómo sería el silencio, mientras el ruido me envuelve en su manto turbio. A veces cierro los ojos, imagino el silencio. Lo invento, porque nunca lo he llegado a escuchar. Entre tanto ruido nunca he llegado a escuchar el silencio. Ni en el fondo de mi cuarto, ni en el interior de mis sueños, ni en la soledad más absoluta escuché el silencio. En todo momento mi mente hace ruido... Por muy solo que estuviera, oía mis propios pensamientos, ruido al fin y al cabo. Supongo que el silencio está más asociado a la muerte de lo que pensaba. Me gustaría saber cómo es el silencio, pero es algo que nunca podrá ser, el ruido es parte de la vida. Supongo que tendré que aprender a vivir con él, a interpretar el ruido. El ruido no sólo es ruido, es más que eso, es sonido, acordes, música, la música es ruido, pero es bella, no todo el ruido es sólo ruido, también hay armonía. Cuando un ruido se une con otro ruido, y otro más, de una forma tan perfecta que deja de ser sólo ruido, se convierte en música, y la música en sentimientos.
El ruido, abstracto vibrar del mundo a nuestros pies, de nosotros mismos, que se disfraza con miles de formas, de figuras. Todo nace del ruido, del zumbido de las almas que caminan, el amor, el dolor, el éxtasis, todo es ruido, todo nace del ruido, que se deforma, se moldea y se transforma, que da vida a la vida que le da vida. Porque sin vida el ruido no sería, no existiría, sin vida, el ruido sería silencio. El ruido es la fuente de todo, el ruido es vida, la vida es ruido, una doble igualdad que da forma a este mundo pálido y cansado. Pálido porque el ruido ha perdido su belleza, cansado porque la vida ha perdido su fuerza. Pero yo creo en el ruido de los corazones, en el ruido noble de la gente noble, la gente buena, confío en que latan más fuerte, montando un gran alboroto de sentimientos, que griten que quieren vivir, que quieren sonreír, que sean fuertes. Confío en el ruido de nuestro espíritu, ese ruido que va más allá de los sentidos, que hace vibrar al mundo cuando florece, el ruido que traspasa las almas, que aviva los corazones, el ruido que da vida, el ruido del amor.

lunes, 24 de febrero de 2014

Preso.

Todo estaba oscuro en aquella habitación. Caminé dos pasos hacia el muro, pero nada, estaba encerrado, preso en aquella cárcel sin luz. Si apenas se dejara ver un poco el exterior... En aquel instante sentí un pálpito y me giré de repente. La misma pared de siempre. Me acerqué. ¡Qué desilusión!, creí haber hallado algo sin tan siquiera mirar. Iluso.
Entonces me acerqué más a la piedra fría que acababa de decepcionarme. Observé con cuidado. No me atrevía a tocarla, por si acaso, suponía que era fría pero realmente no lo sabía. Y mientras observaba minuciosamente resbalé y la toqué. Una sensacion extraña me invadió cuando sentí el calor de la piedra en mi mano. Un calor cercano y protector. Era como si ocultara calor al otro lado. Y lo deseaba. Deseaba ese calor, y aquellos muros no me permitían llegar a él... Entonces pensé. Busqué, palmo a palmo una pequeña grieta, algo donde aferrarme a mi libertad. Y al fin lo encontré. Escondida en una esquina, una pequeña fisura. Poco a poco, fui agrandandola, años despues la griera se había convertido en un pequeño agujero, cada vez más grande. Hasta que llegué al final. En ese momento toda la estructura cúbica explotó hacia fuera sin apenas notarlo. Fue un segundo. Sólo un segundo pude disfrutar mi libertad. Un segundo en el que maldije mi afán por ser libre. Después, ardí en el sol, y me hice cenizas.

martes, 11 de febrero de 2014

Con sentimiento.

A veces no puedo evitar cerrar los ojos y pensar por qué el mundo se fascina con la insignificancia de cosas grandes y masivas, en vez de con la grandeza de las cosas más insignificantes y sutiles. A veces veo en las noticias grandes monumentos, que pretenden ser el reflejo del poder, la prosperidad o la leyenda, la memoria de alguien grandioso. Qué más da cuan grande sea un monumento, para mí es más importante su belleza.
Las piramides de Egipto, son gigantes, pero qué son, piramides geometricas. Por sí solo su exterior es basura. Su interior sí es bello, sus grabados, las tumbas, los pequeños detalles que se entregan al mirar de los curiosos que contemplan la belleza de lo oculto. Pues así pasa con todo. Qué más da que sea el monumento más grande del mundo, si no se hace con sentimiento, qué más da que sea la canción más popular, si detras de ella solo hay dinero. No.
Reivindico las cosas hechas con sentimiento, las cosas de verdad, un verso sincero en una canción de amor, lenta, simple, pero que sale del corazón.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Escapo del monstruo más grande.

Escapo, como cada día, de los susurros que me dicen que he muerto, de las voces que gritan que el final pasó, y que no queda nada de antes. Pienso, a veces demasiado en las cosas sin sentido que imperan en el mundo cruel que nos sumerge. Las modas, tendencias, lo que hacen las ovejas, discotecas, alcohol para perder el sueño, energía extra, que enlatada llega a nosotros.
No me fío. No me fío nada de este mundo cruel que a cada paso me engaña, no me fío de la legalidad vigente, de la realidad aparente, no me fío ni de mi propia sombra. Veo accidentes, veo muerte, y los demás solo ven casualidad. Pero yo lo veo claro, es el engaño el que mata, sustancias, hábitos los que causan enfermedad, fumar, drogas, todo parece normal, todo es sano en su medida, pero ¿cual es esa medida? Quién la sabe... Apenas dos caladas y tu adicción es tal que te cuesta demasiado dejarlo, hasta que se vuelve imposible. Así pasa con todo, primero le temes, luego te das cuenta de que no es para tanto, y finalmente acaba siéndolo. Pero entonces ya es tarde, ya no hay marcha atrás. Jugaste con tu cuerpo y lo rompiste, tu cerebro ya no sabe qué pensar, tu corazón ya pierde hasta el compás, embriagado en tanta perturbación, tu cuerpo entero pierde poco a poco facultades hasta convertirse en basura, desecho de la sociedad que lo ha tragado, inservible, como queda todo lo que engulle el mundo moderno.