He vagado por las frías calles del invierno y he visto la nada desahuciandolo todo. El solo espíritu de las almas que una vez creyeron que el azar era algo más que la más sórdida casualidad, corría inmóvil sobre la gruesa capa de hielo que aislaba el Cielo de la Tierra.
He sucumbido en pequeñas dosis al letargo de mi agonía, que se manifiesta día y noche en las pupilas de mi existencia. Solo yo. Solo solo. Solamente. He visto en los cristales la fina pátina de la vejez, el fino hilo de vida que algún día acabará también cayendo, subiendo al exterior, vencido por los golpes y el maltrato de un dueño que no cesa.
Pero al final es la esperanza, que siempre llega como un gran aluvión que todo lo arrastra, que a todo lo muerto excita, y a todo lo vivo invita a volver a renacer, la que llega presurosa en una pequeña bola de cristal, como advirtiendo un futuro mágico, una bienvenida carnal en un mundo de sentidos. Un estallido de una bomba que grita en su interior.
Por fin.
lunes, 21 de marzo de 2016
Por fin.
martes, 9 de febrero de 2016
En mí mismo.
Existe un pequeño lugar, un minúsculo espacio envuelto en misterio en el que el corazón alberga esos sentimientos que nunca se borran. Esa mirada que te dejó ciego, esa voz que calló tus palabras.
El cariño recibido, para bien o para mal, existe por siempre en nosotros. Pertenece a ese pequeño rincón del alma donde una vez estuvo la inocencia, que es lo único que de ese espacio puede salir antes o después.
Cada vez que lo pienso lo tengo más claro. Cuanto más intento olvidar esos sentimientos más se aferran a mis sentidos, confundiéndome. ¿Es que acaso no existe una cura para el recuerdo?
Corro, salto, vuelo,... vuelo tan alto que el mundo entero me parece una mota de polvo en un universo que sopla haciéndola girar. Pero incluso desde allí arriba puedo ver en esa mota de polvo una humanidad que se ahoga, y entre toda esa gente, esa pudredumbre de lo que ellos llaman progreso puedo ver a una persona agena a todo, que tan solo quiere encontrarse a sí misma en una sociedad que la etiqueta a cada paso. Y me siento culpable, porque el corazón me impide ser imparcial y dejar que esa persona se equivoque. Me siento tan mezquino, tan desgastado por mis propios argumentos, que ya no sé si estoy haciendo lo correcto tratando de borrar lo imborrable. Tratando de ocultar lo que forma parte de mí. Porque por mucho que me oculte del mundo yo seguiré en mí, seguire aquí, viendo desde el infinito la finitud de los sentimientos.
viernes, 15 de enero de 2016
Amnesia
Cuando la noche envuelva las calles en pequeñas gotitas de cristal, y el color se oculte presuroso bajo la luz de las farolas, cuando los cuatro rayos que guían el camino de los hombres bailen bajo el hechizo de la infame locura que algún día lo abordará todo, cuando el olvido se apodere de mi mente, y mis recuerdos huyan despavoridos lejos de mí, y ya no sepa mi nombre, ni tu nombre, y ya no sepa saber, quiero al menos poder recordar en la retina de mis ojos tus ojos, y sentir cada vez que te vea esa sensación de estar en casa, sin tan siquiera saber realmente si existe un hogar para mí.
jueves, 8 de octubre de 2015
Las personas cambian.
Pero es que, pensándolo bien, ¿por qué hay que corregirlas? Las personas somos imperfectas, siempre nos equivocamos, desde un punto de vista relativo. Las imperfecciones que han cambiado mi vida son el motor que hoy me empuja a soñar que se pueden hacer las cosas de otro modo. Que se puede crecer.
Por eso solo quisiera entender hacia dónde estoy caminando hoy, pues últimamente empiezo a comprender que mis pasos se dividen en caminos diferentes, y no sé qué camino, ni qué destino elegir.
viernes, 11 de septiembre de 2015
El día cualquiera.
Era una mañana como otra cualquiera. Un día como otro cualquiera, de un año cualquiera. Pero para él no era un despertar cualquiera.
Él sentía, ese día más que cualquier otro, la calma que había estado buscando toda su vida. Se sintió por fin realmente feliz y realizado, pasase lo que pasase después. Sintió que todo el vacío y la soledad que había sentido durante los últimos diez años podría ser llenado con aquella mirada que le enterneció el alma.
Por dentro no dejaba de llorar. Lloraba porque sentía que le debía tanto, que le dio tanto que no podría devolverselo jamás. Pero lloraba de felicidad, porque nunca antes alguien había tenido la intencion de darle aquello que esta chica le estaba dando: ilusión, amor.
Sentía por dentro los momentos que gracias a ella se habían convertido en tan solo recuerdos, sintió la soledad de nuevo, rodeado de personas, la tristeza en los grandes momentos, la sensación de estar incompleto, de necesitar algo para ser feliz, algo que por fin había aparecido frente a él, con esa verde gracia.
Desde ese momento su vida cambió para siempre. Aquella mañana cualquiera, de aquel día cualquiera de un año cualquiera, fue el instante más importante de su vida.
miércoles, 8 de julio de 2015
Sin prejuicios.
viernes, 15 de mayo de 2015
Aquel rincón.
El olor de aquella habitación le recordaba a él, pero él ya no estaba a su lado. Se levantó lentamente, recordando cada caricia en los dobleces de su piel, y se curvaba la comisura de sus labios, se enternecía su alma y su corazón cogía impulso para afrontar el nuevo día.
Y así cada mañana. Abrazaba sus recuerdos como si abrazara al mundo entero, como si en aquel rincón de su cama, en aquellas arrugas de sus sábanas se escondiera todo su universo.
Pero esa era su felicidad, recordar... que siempre fue feliz a su lado.