miércoles, 8 de julio de 2015

Sin prejuicios.

Qué recuerdos, qué nostalgia de cuando solo eramos niños que jugaban a imaginar y no sabían qué era el amor. Hoy miro atrás y me río. Porque me hace gracia esa inocencia que nos alborotaba el alma, limpia de prejuicios. Todos eramos todos. Eramos iguales. Eramos nosotros, sin importar nada. Y me alegra el recordar esas cosas. Y escuchar en mi mente "aún sigo siendo el mismo que era antes de ayer...". Las cosas que vivimos una vez no se pierden eternamente. Siempre podemos volver a ser los niños que eramos. Siempre podemos volver a sonreír. Si lo intentamos. Lo conseguimos. Podemos teñir nuestro mundo de nuevo con los colores del pasado. Solo hay que dejar atrás los prejuicios, el rencor, el odio, y volver a amar sin pedir nada a cambio.

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