martes, 29 de marzo de 2022

Lo extraño de la melancolía.

Hace tiempo que tengo una sensación extraña, como de nostalgia; algo que no sé a lo que relacionar. Algunas noches paso horas mirando al techo, pensando en los errores de mi vida, los más minúsculos, como aquella vez que no supe interpretar unas palabras amables, y los más grandes, como aquella en la que corté con mi novia por teléfono.

Estos días estamos viendo una serie (mi novia y yo) sobre una chica que quiere vivir aventuras, ser especial, disfrutar al máximo, porque se niega a ser pequeña e insignificante, una persona más que hace lo que todos hacen, una vida disfrutable pero a la vez inadvertida. Y me ha hecho pensar en qué he hecho yo y qué me queda por hacer. Me ha traído esa melancolía de crecer y dejar la vida atrás.

Muchas noches pienso en mis años de instituto y la gente que conocí y siempre creí que tendría cerca, las personas que han pasado por mi vida y que tomaron otros caminos, los momentos que quizá no aproveché al máximo y que se perdieron para siempre en el tiempo. Algunas noches me siento perdido, y fruto de esos pensamientos es el poema que hoy quería compartir.


Extraño.

Qué absurdo el insípido quiste
que embalsama los pájaros del sueño.
Qué obsceno el constante empeño
por abrir la herida supurante,
por cerrar los ojos destronados,
los labios desnudos de besos,
los brazos huérfanos de abrazos,
la ira estéril de la lluvia.

Es como volver a apagar la luz
de los párpados sin dueño,
como volver a encender la llama
de las lágrimas del cielo,
de la piel, seca por la soledad,
del cuerpo sin vida de la esperanza.


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