domingo, 30 de septiembre de 2012

A veces...


Hay días que despierto con un nudo en la garganta, esos días que siento que el mundo se me cae por momentos. Hay días que desearía no haber despertado nunca más, días que son noches sin estrellas, que son eclipses de sol sin tiempo. Hay días que el amor se vuelve odio, días que el consuelo duele y el dolor consuela, días que el cielo miente y el pecado es sincero. Hay días que me traicionan los más cercanos, días que falta algo que me devuelva a la vida, algo que me saque de las garras de la Parca, que me libere de esa realidad que me mata una y otra vez. Hay días que sentir es nada y nada me hace sentir. Hay días que escribir es obligación para evitar morir en el dolor de esos días que día tras día me persiguen hasta el fin de mis palabras. Hay días que nazco en el infierno y muero eternamente, y todos esos días son uno, todos esos días son el día, todos esos días, son distintas formas de decir que hay días que sinceramente no merece la pena vivir; días, que por más que lo intente, siempre estarán ahí.

A veces siento que mi mundo es pequeño, a veces siento que no quepo dentro de él, a veces siento, siento, sólo a veces, una lágrima corriendo, a mi rostro envejeciendo en un murmullo que se ahoga en un charco de mercurio. A veces mi mundo es pequeño, a veces soy el viento que susurra palabras atrevidas, a veces solo soy esclavo del lamento que yo mismo descompongo en mil susurros inaudibles, a veces soy yo, a veces soy tú, a veces soy un niño saharaui que deambula en busca de algo que llevarse a la boca cada día, a veces no soy yo, a veces es el silencio el que grita por mi boca, a veces es el tiempo el que me hace llegar aunque no haya lugar al que ir. Soy un músico sin habla, un rockero sin oído, soy un verbo conjugado en el pretérito imperfecto, soy la lluvia cuando empapa mi memoria, soy el rayo que a mí mismo me estremezco, soy el verso de un discapacitado mental, soy yo, pero a veces no soy nadie, a veces, solo a veces siento que me absorbe un agujero negro, siento como el silencio murmura palabras sordas, siento como dejo de sentir, y me ahogo lentamente en un charco de mercurio. A veces, solo a veces Lucifer ridiculiza los estados de mi Tuenti, a veces, solo a veces me saluda con un guiño y se bloquea mi PC, y tengo que volver a encenderlo, y al encenderlo a veces siento, siento, solo a veces, una lágrima corriendo, a mi rostro envejeciendo en un murmullo que se ahoga en un charco de mercurio. A veces soy un tratado de Kioto, a veces soy un esclavo de mí mismo, a veces soy una gota de sudor de un sobaco peludo, como un río que nace en un bosque fantasma, a veces soy el miedo de un soñador en vilo, a veces soy un bebé que nace sin vida, a veces soy su llanto, a veces soy un aborto del mundo que me expulsa de mi mundo, a veces siento que mi mundo es pequeño, a veces siento que no quepo dentro de él, a veces siento los latidos de la gente, a veces siento no sentir los míos, a veces siento, siento, solo a veces, una lágrima corriendo, a mi rostro envejeciendo en un murmullo que se ahoga en un charco de mercurio. A veces soy un juguete de pobres, a veces soy una muñeca rota, a veces soy el pelo de una bola de billar, a veces soy el fragmento de un espejo olvidado, a veces soy un gato negro de noche deambulando por las calles negras de negro asfalto, a veces soy una sombra que se oculta de la luz, a veces soy un fantasma que me asusta si me faltas tú.
A veces soy un mendigo en el metro de Madrid, a veces siento al ver un brazo extenderse, y una sonrisa al alzar la mirada, a veces dejo de sentir para creer, y a veces creo que es posible creer otra vez. A veces creo en la humildad de los que mueren en silencio, a veces creo en el valor de los que luchan desnudos contra tanques y misiles, a veces creo en las revueltas de aquellos que están hartos de callar, a veces creo en la libertad, y entonces soy libre, no necesito sentir ni creer, dejo de ser, de pensar, dejo de hacer lo que hago, ya no hay sol, ni luna, ni estrellas que la acompañen, ya no hay días, ya no preciso del tiempo, no es preciso envejecer; solo con ver tu mirada puedo volver a nacer.

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