miércoles, 8 de febrero de 2017

El amor moderno.

A veces alzo la mirada a la noche, en busca de respuestas, en busca de aquel adalid que guíe mi camino entre las sombras que tintinean. Comprar una estrella es como comprar humo, gas incandescente para ser más precisos. Pero aun así hay gente a la que le gustan esas cosas, que ve aquello como un acto romántico puro. Pero ¿no es más puro -y menos egoísta- tumbarse en el suelo y observar cómo brillan y parpadean, y algunas desgarran la tela por un instante, comprendiendo y saboreando con la punta de los labios su magnitud y su libertad?
A veces parece que el amor no es más que un motivo para comprar y consumir; gastar dinero para demostrar que aún estas enamorado. O enamorada. Ya casi nadie gasta esfuerzo de verdad en escribir un poema o componer una canción. O simplemente un dibujo, un detalle que haya salido de tus manos y no de un anuncio que viste en una revista o en una web.
Ya no vale el "se creen que la gente es estúpida", porque la gente ha demostrado que es todo lo estúpida que los vendedores le pidan, que no va a gastar tiempo de su preciada vida en un regalo si lo puede hacer otro con más calidad. La gente ha demostrado que el amor se ha convertido en una mera ocupación, estado social, algo de lo que presumir o con lo que excusarse.
El dinero no compra la felicidad; el dinero solo pudre a las personas que creen que tienen todo lo que puedan desear. Pero en realidad solo tienen dinero.