domingo, 12 de noviembre de 2017

A simple vista.

Tengo alma de curioso. Me gusta analizar todo aquello que veo, elucubrar sobre su origen, ir más allá de lo que mi ojo percibe e imaginar qué verán otros mirando lo mismo que yo, porque siento que así me acerco un poco más a la verdad oculta de las cosas, lo que subyace tras esa cáscara empírica, la pureza limpia de mi interpretación.
Es algo que hago inconscientemente, me gusta mirar un edificio y no solo ver un edificio, sino ver su interior, la gente que lo está habitando, imaginar que dentro están teniendo lugar las historias de tantas personas diferentes. ¿Cómo puede un simple cubo de cemento y ladrillos contener algo tan valioso? Me gusta ver esas cosas simples y sacarles el jugo, eso que tienen de único y especial.
Pero a veces el alma, cansada por el ajetreo de intentar comprender hasta el más mínimo escenario, necesita un instante de paz, un momento de inanición en el que simplemente se deje llevar por el color de un paisaje, el olor de un momento o la textura de un instante único e irrepetible…
A veces es necesario dejar todo ese ruido de lado, apartarlo por un momento y disfrutar de lo que se ve a simple vista.

miércoles, 8 de febrero de 2017

El amor moderno.

A veces alzo la mirada a la noche, en busca de respuestas, en busca de aquel adalid que guíe mi camino entre las sombras que tintinean. Comprar una estrella es como comprar humo, gas incandescente para ser más precisos. Pero aun así hay gente a la que le gustan esas cosas, que ve aquello como un acto romántico puro. Pero ¿no es más puro -y menos egoísta- tumbarse en el suelo y observar cómo brillan y parpadean, y algunas desgarran la tela por un instante, comprendiendo y saboreando con la punta de los labios su magnitud y su libertad?
A veces parece que el amor no es más que un motivo para comprar y consumir; gastar dinero para demostrar que aún estas enamorado. O enamorada. Ya casi nadie gasta esfuerzo de verdad en escribir un poema o componer una canción. O simplemente un dibujo, un detalle que haya salido de tus manos y no de un anuncio que viste en una revista o en una web.
Ya no vale el "se creen que la gente es estúpida", porque la gente ha demostrado que es todo lo estúpida que los vendedores le pidan, que no va a gastar tiempo de su preciada vida en un regalo si lo puede hacer otro con más calidad. La gente ha demostrado que el amor se ha convertido en una mera ocupación, estado social, algo de lo que presumir o con lo que excusarse.
El dinero no compra la felicidad; el dinero solo pudre a las personas que creen que tienen todo lo que puedan desear. Pero en realidad solo tienen dinero.