miércoles, 6 de febrero de 2013

Spring journey in a wheeled prison.

On the radio, the harmonious melody of a  Spanish guitar, interrupted by the noisy engine of the old Citroën, flew in my mind as a gentle and rhythmic whisper.
In the distance, rocky giants stood silent, motionless, oblivious to the trails that time had gradually drawn on their skins.
Through the dirty window, the indigo blue sky seemed to have a duller tone; the birds flew with their joyful trills in the last Sun of the green bathed in violet spring.
Occasionally, shooting comments from my parents fourths me to the reality, from where I turned to flee instantly. I did not like that old car; I hated the loud rattle, the dirty smell... I always roll down my window to breathe fresh air from the outside. I loved to feel the wind, infused with the sweet smell of spring, caressing my face with violence and messing up my hair.
I began to feel freedom in that prison with wheels, but my Epiphany last few seconds, and when I returned to reality, the wind already didn't caress me anymore, and silence had taken over the motor and the radio.

domingo, 3 de febrero de 2013

O.L.D.

A veces, tan solo vives pensando que todos los días son iguales, y un día te llevas la alegría más grande de tu vida, tu corazón da saltos de alegría, tus ojos se iluminan como si de ellos emanaran dorados rayos de Sol. La vida te sonríe, y pasan los días y crees que todo va a seguir igual de bien, todos los días te parecen igual de hermosos y florecientes. Hasta que de nuevo descubres que para nada la vida te dejaría seguir por ese camino de felicidad sin pasar por el dolor de un adiós, un adiós a esos días de grandeza en los que te creías inmortal, y lo eras, en cierto modo... Entonces pasa por tu mente cada segundo de esos días hermosos y felices y los recuerdas con anhelo y melancolía, y ríos de cristal humedecen la tinta de tus sueños y la hacen ilegible...
Llevas grabado en tu mente el momento especial de aquel día, pongamos un Domingo, aquel momento especial al mediodía en que tu vida cambió para mejor, lo recuerdas con melancolía  recuerdas como esperabas las horas previas, como esperabas ante Dios que llegara el momento de ser feliz... y ahora te ves solo, destrozado por tu ansia y tu descontrol, y cada vez que se acerca ese día, camuflado en un Domingo cualquiera, tu corazón se hunde en melancolía, no porque tú quieras, por tu parte ese episodio ya esta superado, pero las cicatrices duelen a veces, sobre todo si ven acercarse de nuevo la lanza que las causó.
Y es por eso por lo que Odio Los Domingos.